Tejidos en el universo

Un solo sistema solar, una galaxia, sólo una bastaría para contener a la humanidad. Pero como mostró la Voyager 2 al salir del sistema solar, nuestro planeta no es más que un pequeño punto azul, un grano en la vasta arena cósmica.

Si pudiésemos colocar una marca en un mapa del cosmos, la Vía Láctea estaría en un punto cualquiera, entre la inmensidad de millones de galaxias. La Tierra no está en el centro de nuestro sistema solar, mucho menos en el centro del universo.

No son de extrañar las reflexiones sobre el cosmos y los significados que otorgamos a la vida. Así quedó en el ambiente después de la charla “El nuevo mapa del universo” que brindó el físico y astrónomo estadounidense George Fitzgerald Smoot, el pasado 20 de enero en el Teatro de la Ciudad. Fue muy agradable ver que el recinto estaba por encima de su capacidad y, mejor aún, observar a gente de todas las edades, desde familias con niños y grupos de jóvenes estudiantes hasta los profesores de siempre. Un buen punto para la divulgación de la ciencia en Baja California Sur.

Pero ¿quién es George Smoot para llamar a la sociedad paceña al teatro? Se trata de un profesor de Física en la Universidad de Berkeley en California, quien ha dedicado gran parte de su vida al estudio de la radiación remanente del Big Bang y la evolución de las estrellas y de las galaxias a lo largo de la historia del Universo; por lo cual, en 2006 fue galardonado con el Premio Nobel de Física junto a John C. Mather.

No todos los días un personaje de tal renombre da una plática apta para todo público, en nuestra ciudad. Y es que con impresionantes imágenes el astrofísico George Smoot nos mostró algunos de los avances de las investigaciones sobre el espacio lejano: el mapa parcial de la inmensidad del cosmos, con sus gigantes redes de materia convencional, la materia oscura, y misteriosos vacíos.

En su trabajó, Smoot y sus colegas han analizado imágenes enviadas por el Explorador del Fondo Cósmico (COBE) de la NASA, lanzado en 1989. Después, desde el año 2000, la sonda WMAP, también de la NASA, envió imágenes con más detalle. Finalmente, el telescopio espacial Planck de la Agencia Espacial Europea, desde 2009 y hasta octubre pasado, envió imágenes con gran resolución, de tal manera, que el mapa de la señal de la Radiación Cósmica de Fondo obtenido por Planck es el retrato más preciso de la infancia del Universo. Y eso que aún no se completan los análisis.

En otra inspección, la Exploración Digital del Espacio Sloan (SDSS, por sus siglas en inglés) ha mostrado las galaxias con tal precisión que ya se sabe el lugar justo en donde se encuentran. En dicho mapa se muestran diversas estructuras, como la llamada “El gran muro”. También hay regiones donde se amontonan miles de galaxias, y otras, como los vacíos, donde no hay galaxias.

En otro estudio, que ha resultado en un mapa bidimensional mostrado en un video, nos adentramos a algo como un corte del universo. Parecía como una película de ciencia ficción, pero lejos de la ficción se trataba de datos reales: ubicación, color y tipo de galaxia; es decir, cada elemento en el video existe en realidad.

No menos impresionante fue la simulación a gran escala que mostró cómo se piensa que es el universo, diferenciando la materia oscura de la materia convencional (estrellas y galaxias), donde puede observarse la distribución de la materia como una función de la escala. Al alejarse pareciera un intrincado tejido, al acercarse se empiezan a distinguir las estrellas y galaxias, asemejadas a células unidas por extraños filamentos formados en parte por materia oscura y por gas caliente.

Se creía que a una escala grande el universo era suave y uniforme, pero en realidad es anisotrópico, es decir, variado y lleno de huecos y bultos. ¿Qué fuerzas físicas y químicas han tejido nuestro universo? Los cosmólogos, aún, buscan las respuestas.

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